"pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito.(...) Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo los dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervecencia de sal de frutas. Todo es velóz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, solo que muy pequeño, pequeño como un conejito de chocolate pero blanco y enteramente un conejito."
Julio Cortázar, carta a una señorita en París.
Me encanta ese cuento...
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